Si intentamos penetrar en la historia de nuestra villa, o mejor de nuestros pueblos, es necesario retroceder al IV ó V milenio antes de Cristo, momento en el que comienza una de las representaciones artísticas más importantes de la prehistoria universal: “El Arte Rupestre Esquemático”, una corriente artística que se prolongará hasta ya muy avanzado el primer milenio de nuestra era. El arte rupestre como su nombre indica, es pintura sobre rocas y esquemáticas, porque son esquemas sucintos de un alto valor conceptual. Son varias las ubicaciones que podemos encontrar de estas pinturas, además de las ya conocidas de Librán, en la actualidad se han dado también a la luz las existentes en San Pedro de Mallo. Estas pinturas nos presentan en su mayor parte, antropomorfos, figuras humanas, y zoomorfos de forma animal, además de multitud de grabados de difícil interpretación. El lugar más conocido y de mayor importancia es el Buracón de los Mouros, en las proximidades de Librán y encuadradas en la garganta del río Primout. Además de lo mencionado, nos encontramos con diversos grabados en los que destaca un soliforme acompañado de un antropomorfo, que si lo que allí se representa, bien se puede suponer que eran ideas religiosas.
Estas pinturas se nos presentan en rasgos gruesos, firmes y decididos con un colorido de cierto matiz rojizo, que notando la presencia de filones ferruginosos se puede suponer que uno de los ingredientes era él oxido de hierro.
Y dejando este legado ya en el primer milenio, nos trasladamos a los castros de nuestro entorno: Toreno, Tombrio, Librán, Villar. Y como referencia el de Toreno. La aparición de vasijas cinerarias y las cerámicas encontradas clasificadas dentro del grupo “Terra Sigilata”, dan muestra fehaciente de una habitalidad continuada. Ambas muestras arqueológicas demuestran la presencia de los celtas en una primera etapa, así como su posterior ocupación. Una ocupación romana, tardía que se ha establecido en el siglo IV de nuestra era.. Han sido innumerables los restos encontrados y los más recientes se han catalogado en el año 1.985 cuando se realizó una excavación de urgencia y lo único que nos ha llegado a nosotros de esto, ha sido que se ha encontrado restos de cerámica sigilata y nada más. La Junta llegó, vio y se fue sin dar señales.
De la estancia de los romanos, aquel puente sobre el Sil, y el nombre de algún lugar que da fe de aquellas extracciones auríferas. “El prado el Louro”, debajo del ya desaparecido paso a nivel del ferrocarril y la llanura de El Lobo.
Más tarde llegaron los bárbaros y todo fue de mal en peor. En esta época todo esto deja de dar señales de vida, un tiempo en el que la zona se redujo a un puro aletargamiento de sus costumbres y empresas, hasta que en el siglo VII con el influjo de la “Regla Communis” de San Fructuoso, despierta al Bierzo desde su epicentro de los valles de Compludo. Así volvió a nacer la vida en estas tierras.
La repoblación medieval e inicia en el siglo IX, con la labor roturada emprendida por diversos monasterios, como los de Santa Leocadia de Casteñeda, fundado por los monjes Valentín y Moisés a mediados de este siglo y reconstruido por San Genadio a comienzos del X; San Juan de Toreno, erigido a finales del X por Jimeno Velaz, y cedido al Antenor.
La donación por Fernando II, en 1170, del monasterio de Santa Leocadia a la iglesia de Astorga abre un proceso de feudalización, que continuará con la cesión en 1396, a Pedro Suárez de Quiros , de los territorios de Ribas del Sil de Yuso y de Suso, a los que en 1225 había dado fuero el rey Alfonso IX. En manos de esta familia, la de los condes de Luna, permanecerán hasta el fin del Antiguo Régimen. La parte meridional del valle, Toreno y sus lugares, seguirán en manos de la iglesia de Astorga hasta 1582.
A principios del siglo VIII y todavía en vida del último rey godo, don Rodrigo, habitaba el palacio de esta villa el intrépido caballero don Lope González. Estamos en el año 720, segundo del reinado de Pelayo y en época de reconquista nos encontramos con el avance de los moros hacia los montes de Oviedo y Galicia, y del intento de penetración por muchas partes a la vez, con el mayor contingente hacia la cueva de Useña. Y la historia prodigue:
“Otros fueron a la provincia del Bierzo, donde hallaron el río que llaman el Sil, poderoso, el cual tiene algunas puntes hechos de cal canto. Dizen ser obras de Hércules, donde hallaron en algunos de ellas, para el paso, resistencia de los cristianos que allí habitaban naturales, entre los cuales una de ellas fue la villa de Toreno, donde vinieron cantidad de moros para ganarla y poder pasar por aquel valle a Hervás y Asturias. Y los de aquel lugar, ques cerca del río, -donde había una torre y había cuerpo de gentes-, tenían su reparo y guardia al cabo del puente, por donde habían de venir los moros. Y una madrugada, antes del día, llegaron. Y en esto, los cristianos, repentinamente, con tanto alarido, desampararon el rastrillo y volvieron corriendo a la torre, donde uno de los que allí estaban quedó solo, con gran ánimo y esfuerzo, con un venablo en la mano y dando grandes voces, a las quales desampararon, diciendo: “¡Vuelta Vuelta….¡” Los cuales, de vergüenza volvieron y defendieron el puente y todo aquel paso, por donde los moros por allí no pudieron pasar ni entrar, y fueron el río abajo hacia Galicia, hasta el valle de Boizas, donde se les hizo de otros valerosos cristianos resistencia, de manera que no hicieron nada.”
Sabido por el rey, le dio a este esforzado caballero de Toreno por armas la dicha torre y puente y 33 estrellas de oro en campo azul, y unas como estacas verdes de puntas sangrientas, que se defendieron con ellas. Y les quedó aquella letra “Vuelta Vuelta”, al reves. Y también los descendientes de aquel hidalgo hasta oi conservan por sobrenombre esta palabra –Buelta”-
Esta hazaña, por energías que demostró don Lope para que sus hombres diesen aquella vuelta, le valió el sobrenombre de “Buelta”, reconocido por Cédula Real, y que a partir de entonces llevaron todos sus herederos.
La batalla propiamente dicha, algunos la ubican en el lugar conocido como la “Matanza”, lugar situado entre el actual Alinos y Matarrosa, hoy linares de esta segunda, pero ateniéndonos al puente y la torre, eso era Toreno.
Conocemos que en 1086 existía en el paraje conocido hoy como “Castillo Formoso”, un castillo perteneciente al gran noble berciano Monio Muñiz, marido de Velasquita y padre de Jimena Muñiz (+1128), concubina de Alfonso VI enterrada en el monasterio de San Andrés de Vega de Espinareda. A su lado norte cercano nació “El Barrio”, cuya ermita de San Andrés con dos asentamientos sucesivos, alcanzó las postrimerías del siglo XIX y no muy lejos de aquí en dos altozanos en el terreno, bien situados estratégicamente, estaban “La Forca”, a la derecha, y “El Rollo a la izquierda. Este Rollo o Picota, hoy da nombre a la calle en la que fue su primer asentamiento, siendo trasladada a la Plaza Mayor a principios el siglo XVI.
En 1581, Felipe II amparado en una bula del papa Gregorio XIII que le permitía desmembrar a placer villas y lugares de las iglesias con menos de 40.000 ducados de renta, vende la villa de Toreno y lugares de su jurisdicción –Librán, San Pedro de Mallo, Santa Leocadia, Matarrosa y El Barrio de Langre, que pertenecían al arcedianazgo de Ribas del Sil, estando administrados por el licenciado Fernando Rodríguez.
El 3 de Marzo, en Lisboa el rey vende estos pueblos en 3.720.393 mrs., con sus vasallos, jurisdicciones y rentas, a Antonio Vázquez Buelta, vecino de Madrid, empleado de la corte y con raíces en Toreno, mandando que se le entreguen las varas de nuestra justicia, con los presos, prendas y bienes, y que tenga, use y ejerza la jurisdicción civil y criminal, alta y bajo mero mixto imperio de la dicha villa y lugares y pueda tener, para su ejecución de la justicia en la dicha villa y lugares, orca, picota, cuchillo, cárcel, cepo, azote y las demás insignias de jurisdicción.
Siglos más tarde, el 12 de Diciembre de 1657, la casa de los Queipo de Llano con solar en Cangas de Tineo, recibía el titulo de “Conde de Toreno” en la persona de Don Alvaro Quipo de Llano y Valdés. De esta manera el rey Felipe IV reconocía el señorío de esta casa en la zona del Sil. El Séptimo conde poseedor del titulo, Don José María Queipo de Llano lo elevó a la dignidad de Grande de España en el año 1808.
Estamos ya en plena Guerra de la Independencia y sobresalen dos personas en nuestra historia: José María Quipo de Llano y Ruiz de Saravia, séptimo conde de Toreno, que además de renombrado político en su calidad como escritor nos dejo “Historia del levantamiento, guerra y revolución en España”. Fue muy criticado en su época y la más fuerte partía de los versos del poeta Espronceda que en el canto I de su obra “El diablo Mundo”, le dedico unos venenosos versos. “…Al necio audaz de corazón cieno. –A quien llaman el Conde de Toreno”.
El segundo personaje se centra en la figura de “Lorenzón”, conocido como el guerrillero de Toreno. Nació en nuestra villa el 2 de Agosto de 1786 y fue bautizado el día 10 del mismo mes en la iglesia de San Juan Bautista por el cura de aquel entonces José Fernández Gil. Se salió del seminario de Astorga y en compañía de su primo de San Juan de la Mata, Francisco Osorio se fueron por su cuenta a combatir contra los franceses. De todas sus aventuras destacaremos su participación en la defensa de Astorga en sus dos sitios de 1919 y 1912. Fue motivo de busca y captura por el invasor consiguiendo finalmente su captura. Aventura que nuestro Lorenzón desbarata a la altura de Miranda de Ebro cuando era dirigido a Francia, arrojándose a las aguas del Ebro. Siguió dando guerra a los franceses y después de largos años de vida murió a los 93 años de edad y enterrado en el cementerio del Carmen de Ponferrada. Descendientes de este personaje el general Gómez Núñez y toda una estirpe afincada en Cubillos con grandes notas a destacar en la vida de Ponferrada en el pasado siglo.
Esta villa vivió al igual que toda nuestra España las consecuencias de todos los desastres de la época, la Guerra Civil, nos deja su momento en el año 1934 cuando nuestra iglesia fue pasto de las llamas. Allí se perdieron muchas de nuestras ilusiones y joyas del pasado.
Toreno, villa agrícola y ganadera, pasó de esto a ser en los años 1918-1919 a convertirse en una revolución industrial, llegó el carbón y la implantación del ferrocarril en todo el valle del Sil.
El carbón fue motor durante varios años, dio vida y el hoy por hoy deja todo a expensas de la política.
Sería largo adentrarnos en más materia, lo haremos más adelante. Y de Toreno a grandes rasgos como legado del pasado nos podemos volver atrás para visitar las pinturas rupestres de Librán y San Pedro de Mallo. Visitar los castros celtas y más tarde romanos que nos circundan. Lugares romanos donde el Sil poderoso arrastra pepitas de oro. Puentes romanos y torres emblemáticas. Lugares donde la justicia se hizo poderosa, como el rollo y la forca. La situación del Castillo de San Esteban. Y no podemos olvidarnos de nuestra iglesia antigua ubicación del monasterio de San Juan Bautista, hoy con dos legados, la cruz procesional del siglo XVI y una talla románica del XIV. Casas solariegas y vestigios de una villa con gran contenido.
Información por cortesía de Paco Vuelta